sábado, 23 de agosto de 2008

Bersuit vergarabat en Concierto


El sabado 16 de agosto Blackpete junto a Benjamin (yeruba) y Tomas (Pichinguiña) estuvismo en el vibrante concierto de Bersuit en Santiago. Para procurar transmitir la energia compartida me permito dejar un trozo de los textos de sus canciones.
"... Y tu cabeza está llena de ratas.
Te compraste las acciones de esta farsa
y el tiempo no para.
Yo veo el futuro repetir el pasado,
veo un museo de grandes novedades
y el tiempo no para, no para.

Yo no tengo fechas para recordar
mis dias se gastan de par en par
buscando un sentido a todo esto.

Las noches de frío es mejor ni nacer,
las de calor se escoje matar o morir
y así nos hacemos Argentinos!!
Nos tildan de ladrones, maricas, faloperos,
y ellos destruyeron un país entero,
pues así se roba mas dinero..."
De el tiempo no para y

"...
Se viene el estallido,
se viene el estallido,
de mi guitarra,
de tu gobierno, también.

Se viene el estallido,
se viene el estallido,
de mi guitarra,
de tu gobierno también...

Y si te viene alguna duda
vení agarrala que está dura
si esto no es una dictadura,
que es? que es...?

Se viene el estallido,
se viene el estallido,
de mi garganta,
de tu infierno, también

Y ya no hay ninguna duda
se está pudriendo esta basura
fisura ya la dictadura
del rey...!

Volió la mala fue corta la primavera
cerdos miserables comiendo lo que nos queda
Se llevaron la noche, nuestra única alegría

Gente poniendo huevos
para salir de esta rutina.
Se viene el estallido...."

viernes, 22 de agosto de 2008

Muerte de Qawaskar


Hace algunos días tuve noticias de la muerte de Alberto Achacaz Walakial. Años atrás (casi una vida anterior) trabaje con esta etnia y tuve la oportunidad de compartir con Alberto. En ese tiempo escribí este articulo para ua revista (Magazine Impactos). Creo oportuno compartirlo ahora.

Punta Arenas, 7 de marzo de 1992

ACHACAZ, EL QAWASHKAR
por Benjamín Rodríguez


Achacaz estaba preocupado.Había oscurecido rápidamente, tenía frío y
su hermano menor lloriqueaba a su lado. Debía reconocer que la
preocupación se había transformado, con el tiempo, en miedo.

-¡Ayayema! -exclamó.

La fatalidad se había apropiado de un tranquilo viaje de recolección
de erizos, trocándolo casi en una desgracia; todo por culpa de la
vieja chalupa utilizada, que continuaba usándose, pese a su carcomida
madera, en consideración a que aún podía soportar un poco más de
tiempo las faenas destinadas a conseguir el alimento para su grupo
familiar. Sus padres, Walakial y Chelaqueio, y sus hermanos, Huorojó,
Chamalo y Stajso (el menor que tiritaba a su lado), esperaban darse un
festín con los erizos que recolectarían. El sabía donde estaban.Muchas
veces había llegado hasta ese sector. Y al igual que en las otras
oportunidades había dejado la chalupa amarrada; sin embargo, esta vez
la marea le había jugado una mala pasada, llevándose la embarcación y
golpeándola contra las rocas. Ahora el fondo tenía un boquete y estaba
inutilizada.

Achacaz tenía 20 años. Era un jovenn y fuerte representante del pueblo
qawashkar. Hacía poco había retornado del norte, desde Quintero, donde
cumpliera el servicio militar junto a otros dos mocetones de Puerto
Edén.

Sentía miedo, "ftei".

"Che ftei ayayema" (Temo a ayayema, pensó en voz alta.

Frotándose las manos para alejar el frío continuó meditando:

"Ayayema, el dios malo que trae la fatalidad una y otra vez. Ayayema
hace que las cosas se pierdan, que el navegante más experto se
desoriente, que el viento transforme un apacible caldero en un
infierno de olas que arrastran las débiles embarcaciones de los
qawashkar, destruyéndolas".

Su abuelo ("arrana") le había enseñado a tejer canastos, a coser
canoas, a hacer fuego con piedras de azufre, pajitas y ramas bien
secas, pero, sobre todo, a tener cuidado de los chilenos ("yama"),
esos seres que hablan otra lengua y hacen mal a los qawashkar. También
a cuidarse del viento en los canales y, sobre todo, de ayayema, aquel
que vive en el barro de los pantanos, que sale a caminar de noche
sembrando la fatalidad a su paso. Resonaba en sus oídos "¡Ayayema
chamnad!", la amenaza con que los adultos intimidaban a los niños
desordenados haciéndolos correr con el "te va a agarrar ayayema", te
va a llevar como a otros que nunca volvieron al campamento y dejaron a
sus familias sumidas en el dolor y el temor.

Ahora allí, en la orilla de la playa, esperaba. Encendió un pequeño
fuego, como le había enseñado su abuelo. Lo habría hecho sin fósforos
("falla") que los blancos tenían e intercambiaban. Un verdadero tesoro
para ellos, por lo que los guardaban en un ingenioso recipiente de
"carboch", un pato que se descueraba y luego se secaba al sl para más
tarde virarlo, dejando las plumas hacia dentro así lo seco y
permitiendo que el cuero hacia afuera garantizara su impermeabilidad.
Así la bolsa daba la seguridad de mantener secos los fósforos.

Stajso dormitaba acurrucado junto a él. Los canastos rebozaban el
apetecido alimento de lenguas de erizos. Pensó en su padre, Walakial,
su verdadero nombre, no Santiago Tonko como le pusieran los chilenos
en papeles que no sabía leer. Le había avisado donde irían, como
siempre. Al caer la tarde seguramente saldría a buscarles. Su padre
era fuerte. Lo había visto luchar con otros qawashkar, derrotándolos a
todos. Nadie era como él en el manejo del arpón ("yeguayojar") contra
los lobos marinos. Ahroa vendría a buscarle Walakial, su padre, de
quien se sentía orgulloso. De pronto, a lo lejos, se sintió un grito.
Aguzó el oído y escuchó claramente: ¡qawashkar! ¿Era su padre quien
venía? Alborozado despertó a su hermano y ambos empezaron a contestar
eufóricos la expresión "Ayao", que significa "Aquí estoy".



***

Este pequeño relato es fruto de largas conversaciones con Alberto
Achacaz Walakial, varón de 63 años de edad, residente en Punta Arenas.
Es originario de Yetarte, Puerto Edén. El propósito de las
conversaciones obtenidas fue obtener la mayor cantidad de información
posible. El resultado (8 horas de registro en audio) no está
totalmente transcrito, pero he querido rescatar este relato que me
enseñó de una manera muy gráfica el significado de la expresión
"Qawashkar", que designa a la persona, al ser humano, a alguien que en
medio de los canales australes puede y pudo sobrevivir a las difíciles
condiciones de vida del medio. El llamado de Walakial, padre de
Alberto, era un grito destinado a preguntar si había alguien allí, a
los cual sus dos hijos contestaron afirmativamente diciendo ¡ayao!:
¡Sí, aquí hay alguien, aquí estamos!

El qawashkar es una persona altamente concreta. Es muy difícil al
conversar con ellos, en su deficiente castellano, abstraerlos en torno
al sinificado de su lengua. Es mucho más fácil, a través de historias
que les hayan ocurrido, ir descubriendo que sus palabras, tan
difíciles de pronunciar, representan en el fondo experiencias de vida,
concretas y reales para ellos y un tanto desconocidas para nosotros.

La aventura de Achacaz tuvo un final feliz. El llamado de Walakial
tuvo respuesta aquella noche en la isla Wellington. La duda quemante
es: ¿Hoy el llamdo tendrá contestación? Si emulando a ese padre de
familia, angustiado por la suerte de sus hijos, exclamamos en medio de
los canales: ¡Qawashkar! ¡Qawashkar!. ¿Existirá pronto algún
representante sobreviviente de esta etnia que pueda respondernos
"Ayao" o sólo encontraremos el silencio como respuesta a nuestro
llamado.

sábado, 2 de agosto de 2008

Informe de Situacion Victor Heredia

Paso a detallar a continuación
el suscinto informe que usted demandó;
duele a mi persona tener que expresar
que aquí no ha quedado casi nada en pie.
Mas no desespere, le quiero aclarar
que –aunque el daño es grave -.
Bien pudiera ser
que podamos salvar todo el trigo joven
si actuamos con fe y celeridad.
Parece ser que el temporal
trajo también la calamidad
de cierto tipo de langosta,
que come en grande y a nuestra costa
y de punta a punta del país
se han deglutido todo el maíz.
A los manzanos se los ve
cayendo antes de florecer,
se agusanaron los tomates,
y a las verduras, por más que trate,
ya no hay manera de hacerles bien...
ya no sé qué hacer ni tengo con quién.
La gente duda en empezar
la tarea dura de cosechar,
lo poco que queda se va a perder
si, como le dije,
no ponemos fe y celeridad.
Y entre los males y los desmanes
hay cierta gente que – ya se sabe -,
saca provecho de la ocasión;
comprando a uno lo que vale dos
y haciendo abuso de autoridad
se llevan hasta la integridad.
Suscribo nombre y apellido
y ruego a usted tome partido
para intentar una solución,
que bien podría ser la unión
de los que aún estamos vivos
para torcer nuestro destino...
Saluda a Ud. un servidor.