
jueves, 14 de diciembre de 2006
La Muerte del PUNGA
Los embustes de Pinochet¿Existió el milagro económico chileno?
Lisandro Otero
Tras la muerte de Pinochet la derecha cavernaria se ha lanzado a su reivindicación. Lamentan con lágrimas de cocodrilo su salvaje represión (es imposible negarla), pero dicen: “al menos dejó un país con la primera economía de América Latina”. Es una falacia que repiten una y otra vez para hacer creer en el llamado “milagro económico chileno”.
Gran parte de la propaganda del neoliberalismo se ha basado en proclamar ese súbito bienestar que se habría logrado bajo los “Chicago boys” y Milton Friedman, recién fallecido, y ello habría elevado a Chile hacia una prosperidad ilimitada. El otro embuste es que Pinochet impidió que el marxismo leninismo se apoderara de Chile. También afirman que extrajo al país austral del desorden público, el caos institucional y el desconcierto político.
Aunque Salvador Allende conocía, desde luego, como todo hombre culto, los escritos de Marx, nunca proclamó que pretendía socializar a Chile. Trató de mantenerse dentro de los parámetros de la democracia burguesa sin saltar etapas, solamente pretendía elevar el nivel de vida de las clases desposeídas. Él llamo a su programa de gobierno “la vía chilena hacia el socialismo”.
Los desórdenes ocurridos durante la Unidad Popular fueron instigados por la derecha, por periódicos pro fascistas como El Mercurio, por Radio Presidente Balmaceda, de los empresarios Braun Menéndez, ex propietarios de las inmensas haciendas ganaderas de Magallanes expropiadas por Allende, por la revista Ercilla, por organizaciones subversivas como Patria y Libertad, financiadas por la CIA, por la Sociedad de Fomento Fabril, por la Confederación del Comercio, o sea, la insurrección de la burguesía.
La Unidad Popular dividió algunas empresas que serían propiedad del Estado y otras, mixtas, donde intervendría el inversionista privado conjuntamente con la participación gubernamental. Para ello era indispensable nacionalizar algunos recursos naturales. Se realizó la reforma agraria en un país donde tres mil familias poseían el ochenta por ciento de la tierra y el veinticinco por ciento de la población era campesina.
Las compañías Kennecot y Anaconda se beneficiaban con las minas de cobre, de las cuales extraían doscientos millones de dólares de utilidad cada año. Braden y Guggenheim eran dueños de los yacimientos de El Teniente y entregaban a la nación chilena, en impuestos, la ridícula suma del 0.8 % de sus ganancias.
Tras el golpe de estado Pinochet devolvió las minas a los monopolios norteamericanos, con su privatización del cobre, y restituyó las tierras a los latifundistas. Entregó el país a grupos financieros y en consecuencia se produjo la pauperización creciente de las clases trabajadoras que fueron privadas de su derecho a la organización sindical y los contratos de trabajo.
Pinochet se benefició con el aumento de los precios del cobre que ascendieron seis veces el valor que tuvieron en tiempo de Allende. No se produjo un desarrollo endógeno porque bajo su dictadura existió un diez por ciento de desempleo endémico, un veintisiete por ciento de pobreza urbana y un siete por ciento de indigencia. La economía chilena se basó en una alta tasa de desempleo con bajos salarios. La clase obrera no tuvo derecho a la huelga.
La clase media disfrutó de una artificial bienandanza basada en el crédito de consumo que la sumió en un elevado endeudamiento. La abundante oferta de dinero del sector financiero-comercial creó esa abundancia artificial. Chile se ligó a la burbuja ficticia de la economía estadounidense con su modelo dependiente y exportador. Contentos y con una flor en el ojal pero con los bolsillos rotos.
Chile aparece como la sexta economía de América Latina, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) lo presenta como el único país regional donde el ingreso per cápita creció 3% entre 1980 y 2002, una gran propaganda para el modelo económico neoconservador que impera desde la dictadura militar. Los indicadores macroeconómicos ocultan que el crecimiento caminó de la mano de una economía vendedora de recursos naturales sin valor agregado que no generó nuevas fuentes de trabajo, ni tampoco un bienestar notorio para toda la sociedad.
Los negocios de los medianos empresarios mejoraron en la cúpula de la clase exportadora con la apertura comercial del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, atados al destino económico del país del norte. Pero eso no quiere decir que haya ocurrido un desarrollo homogéneo. Las lujosas boutiques de Providencia y Vitacura no significan que exista un extendido bienestar popular. Las villa-miseria proliferan por todo el país.
En la Plaza de Armas, en la Alameda y en la Plaza de Italia el pueblo chileno desbordado festejó la desaparición del déspota que lo oprimió. Se descorcharon botellas de champán y el regocijo se advirtió en cada rostro. Cánticos, pancartas y banderas señalaron el júbilo nacional. Esa alegría compartida nos dio una idea del intenso dolor que infundió en su pueblo este miserable autócrata que acaba de morir. Un pequeño grupo de niñas fresa y damas de postín lloraron ante el hospital donde falleció. Muchos lamentaban que haya dejado este mundo sin ser condenado por sus numerosos crímenes, al menos una censura moral debió haber señalado su expediente.
El nieto de Pinochet realizó una apología de su sanguinario abuelo ante su sarcófago, pero el nieto del asesinado general Prats expresó mejor el sentir del pueblo chileno cuando escupió en el féretro del aborrecido tirano.
Lisandro Otero
Tras la muerte de Pinochet la derecha cavernaria se ha lanzado a su reivindicación. Lamentan con lágrimas de cocodrilo su salvaje represión (es imposible negarla), pero dicen: “al menos dejó un país con la primera economía de América Latina”. Es una falacia que repiten una y otra vez para hacer creer en el llamado “milagro económico chileno”.
Gran parte de la propaganda del neoliberalismo se ha basado en proclamar ese súbito bienestar que se habría logrado bajo los “Chicago boys” y Milton Friedman, recién fallecido, y ello habría elevado a Chile hacia una prosperidad ilimitada. El otro embuste es que Pinochet impidió que el marxismo leninismo se apoderara de Chile. También afirman que extrajo al país austral del desorden público, el caos institucional y el desconcierto político.
Aunque Salvador Allende conocía, desde luego, como todo hombre culto, los escritos de Marx, nunca proclamó que pretendía socializar a Chile. Trató de mantenerse dentro de los parámetros de la democracia burguesa sin saltar etapas, solamente pretendía elevar el nivel de vida de las clases desposeídas. Él llamo a su programa de gobierno “la vía chilena hacia el socialismo”.
Los desórdenes ocurridos durante la Unidad Popular fueron instigados por la derecha, por periódicos pro fascistas como El Mercurio, por Radio Presidente Balmaceda, de los empresarios Braun Menéndez, ex propietarios de las inmensas haciendas ganaderas de Magallanes expropiadas por Allende, por la revista Ercilla, por organizaciones subversivas como Patria y Libertad, financiadas por la CIA, por la Sociedad de Fomento Fabril, por la Confederación del Comercio, o sea, la insurrección de la burguesía.
La Unidad Popular dividió algunas empresas que serían propiedad del Estado y otras, mixtas, donde intervendría el inversionista privado conjuntamente con la participación gubernamental. Para ello era indispensable nacionalizar algunos recursos naturales. Se realizó la reforma agraria en un país donde tres mil familias poseían el ochenta por ciento de la tierra y el veinticinco por ciento de la población era campesina.
Las compañías Kennecot y Anaconda se beneficiaban con las minas de cobre, de las cuales extraían doscientos millones de dólares de utilidad cada año. Braden y Guggenheim eran dueños de los yacimientos de El Teniente y entregaban a la nación chilena, en impuestos, la ridícula suma del 0.8 % de sus ganancias.
Tras el golpe de estado Pinochet devolvió las minas a los monopolios norteamericanos, con su privatización del cobre, y restituyó las tierras a los latifundistas. Entregó el país a grupos financieros y en consecuencia se produjo la pauperización creciente de las clases trabajadoras que fueron privadas de su derecho a la organización sindical y los contratos de trabajo.
Pinochet se benefició con el aumento de los precios del cobre que ascendieron seis veces el valor que tuvieron en tiempo de Allende. No se produjo un desarrollo endógeno porque bajo su dictadura existió un diez por ciento de desempleo endémico, un veintisiete por ciento de pobreza urbana y un siete por ciento de indigencia. La economía chilena se basó en una alta tasa de desempleo con bajos salarios. La clase obrera no tuvo derecho a la huelga.
La clase media disfrutó de una artificial bienandanza basada en el crédito de consumo que la sumió en un elevado endeudamiento. La abundante oferta de dinero del sector financiero-comercial creó esa abundancia artificial. Chile se ligó a la burbuja ficticia de la economía estadounidense con su modelo dependiente y exportador. Contentos y con una flor en el ojal pero con los bolsillos rotos.
Chile aparece como la sexta economía de América Latina, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) lo presenta como el único país regional donde el ingreso per cápita creció 3% entre 1980 y 2002, una gran propaganda para el modelo económico neoconservador que impera desde la dictadura militar. Los indicadores macroeconómicos ocultan que el crecimiento caminó de la mano de una economía vendedora de recursos naturales sin valor agregado que no generó nuevas fuentes de trabajo, ni tampoco un bienestar notorio para toda la sociedad.
Los negocios de los medianos empresarios mejoraron en la cúpula de la clase exportadora con la apertura comercial del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, atados al destino económico del país del norte. Pero eso no quiere decir que haya ocurrido un desarrollo homogéneo. Las lujosas boutiques de Providencia y Vitacura no significan que exista un extendido bienestar popular. Las villa-miseria proliferan por todo el país.
En la Plaza de Armas, en la Alameda y en la Plaza de Italia el pueblo chileno desbordado festejó la desaparición del déspota que lo oprimió. Se descorcharon botellas de champán y el regocijo se advirtió en cada rostro. Cánticos, pancartas y banderas señalaron el júbilo nacional. Esa alegría compartida nos dio una idea del intenso dolor que infundió en su pueblo este miserable autócrata que acaba de morir. Un pequeño grupo de niñas fresa y damas de postín lloraron ante el hospital donde falleció. Muchos lamentaban que haya dejado este mundo sin ser condenado por sus numerosos crímenes, al menos una censura moral debió haber señalado su expediente.
El nieto de Pinochet realizó una apología de su sanguinario abuelo ante su sarcófago, pero el nieto del asesinado general Prats expresó mejor el sentir del pueblo chileno cuando escupió en el féretro del aborrecido tirano.
lunes, 4 de diciembre de 2006
viernes, 24 de noviembre de 2006
Una letrita vigorizante
Los Autenticos DecadentesAlbum: Sigue Tu Camino
Pendeviejo
Para mi no pasa el tiempo yo no puedo vivir del recuerdo
sigo con el hacha afilada y media sonrisa clavada
porque el ruido me llama y no quiero quedarme con ganas
me muero, si la luz se apaga
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
que no se apague nunca lo que yo llevo adentro
quiero ser un pendejo sentir todo es nuevo de nuevo
abrir el corazón con una cana al viento
quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
quiero vivir cien veces la vida
que corra siempre en mis venas la adrenalina
Es todo tan rápido yo no quiero que me pase de largo
la fiesta me está esperando
aunque corrió mil carreras mi caballo no está tan cansado
si quiere va galopando
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
que no se apague nunca lo qye yo llevo adentro
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
quiero vivir cien veces la vida
que corra siempre en mis venas la adrenalinaoh,oh,oh,ohoh,oh,oh,oh,oh!
qué voy a haceryo soy así quiero ser un pendejo aunque me vuelva.
Qué voy a haceryo soy así
Para mi no pasa el tiempo.
Pendeviejo
Para mi no pasa el tiempo yo no puedo vivir del recuerdo
sigo con el hacha afilada y media sonrisa clavada
porque el ruido me llama y no quiero quedarme con ganas
me muero, si la luz se apaga
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
que no se apague nunca lo que yo llevo adentro
quiero ser un pendejo sentir todo es nuevo de nuevo
abrir el corazón con una cana al viento
quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
quiero vivir cien veces la vida
que corra siempre en mis venas la adrenalina
Es todo tan rápido yo no quiero que me pase de largo
la fiesta me está esperando
aunque corrió mil carreras mi caballo no está tan cansado
si quiere va galopando
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
que no se apague nunca lo qye yo llevo adentro
Quiero ser un pendejo aunque me vuelva viejo
quiero vivir cien veces la vida
que corra siempre en mis venas la adrenalinaoh,oh,oh,ohoh,oh,oh,oh,oh!
qué voy a haceryo soy así quiero ser un pendejo aunque me vuelva.
Qué voy a haceryo soy así
Para mi no pasa el tiempo.
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El Bipolar ataca de nuevo
miércoles, 22 de noviembre de 2006
Un articulo que escribí el año pasado pero que aún considero pertinente
Participación y Responsabilidad Ciudadana
Dos situaciones acaecidas en los últimos tiempos me llevan a reflexionar e invitarlos en este periplo que pueda resultar útil para nuestro crecimiento personal y colectivo.
Luego de los pavorosos acontecimientos en la Discoteque Cromagnon en Buenos Aires, Argentina, se levantaron voces horrorizadas condenando las muertes y buscando responsables entre los músicos, el dueño del local y las autoridades políticas.
Algo similar ocurrió con la cantidad muertos y heridos a raíz de las reparaciones en la Alameda. Incluso algunos medios de “comunicación” (mas adelante en otra columna definiremos lo que esto debería significar) llevaban la macabra cuenta día a día.
Considero que en ambas situaciones la mirada se orientó en una sola dirección y esta es buscar responsables solo mas allá de las propias personas involucradas como victimas. Este es un ejercicio bastante común y cotidiano en todos nosotros. Es cierto que autoridades, dirigentes, convocantes, organizadores, dueños de locales, choferes de microbuses, policías y demases tiene distintos grados de responsabilidad en los hechos por cual deben por cierto asumir y responder. Pero ¿Solo ellos son los responsables? Esto significa que ¿las victimas, sus familiares y toda la comunidad circundante no tienen o no tenemos ni un solo pequeñísimo grado de participación o responsabilidad en las tragedias acaecidas?
Tan populista como solo mirar y acusar a los demás, y mientras más arriba y visibles se encuentren para lanzar dardos es el facilismo de achacar todo a la voluntad de Dios. Creemos (creo) en el Dios de la vida plena y abundante, el Dios que no nos quita lo que mas queremos haciéndonos sufrir sino en el Dios que nos acompaña y consuela en el valle de sombra y de muerte pero esto nos significa que El no nos puso allí. En cada accidente como también en otras circunstancias de nuestras vidas siempre existen decisiones que las personas tomamos. Conciente o inconcientemente actuamos, optamos y decidimos cursos de acción. La pregunta de fondo que quiero plantearnos es por nuestro propio grado de responsabilidad en cada circunstancias en que estamos envueltos. ¿Somos concientes de lo que significa vivir la vida de manera que tengamos que responder al autor y dador de ella?
En el último tiempo he estado leyendo una serie de artículos que hablan sobre la participación y el protagonismo. Se ha elaborado una escala que mide y grafica la situación que va desde la manipulación absoluta en la parte baja al protagonismo real en lo más alto. Esta escala pasa por la manipulación, la decoración y el simbolismo a la participación genuina. De tal manera aparecen conceptos y valores como la autoconducción, autocuidado y empoderamiento. En el fondo hacer realidad la formación de ciudadanía.
Considero que este el punto central de esta cuestión; el ejercicio responsable y conciente de nuestra ciudadanía. En términos de lenguaje cristiano estaríamos hablando de nuestra mayordomía. El enorme desafío de pasar de objetos a transformarnos en sujetos. En la Salvación somos objetos del amor de Dios pero El nos invita, convoca a aceptarle, seguirle y servirle y ese es un enorme ejercicio de voluntad. Esto tiene que ver con asumir las consecuencias de nuestros actos. Dios quiere que nos salvemos y envía a Jesús para lograrlo pero eso en ningún momento implica que nuestra voluntad está ausente de este proceso. Los evangelistas, pastores y maestros tiene su cuota de responsabilidad en el anuncio de la Salvación, incluso el Espíritu Santo el gran ayudador de los creyentes requiere de espacios y oportunidades a partir de la disposición y decisión de todos y cada uno de nosotros.
Por lo tanto no basta con rasgar vestiduras ante las autoridades demandando cabezas que cortar. Es cierto que hay ordenanzas, reglas y leyes que muchas veces no son respetadas pero también existe una especie de desidia, un dejar hacer; un cómplice silencio o un irresponsable actuar.
Ser ciudadano no significa solo trabajar, pernoctar o comprar en determinado espacio geográfico que llamamos ciudad sino ser parte de la vida de ella. Aunque cuando empezamos a vivir grupalmente o hacinados vamos perdiendo espacios para ejercer nuestra decisiones. Mas allá de emitir un voto cada cierto tiempo (los que votan) o elegir a otros para que nos representen, nos cuiden o fiscalicen. El ejercicio de ciudadanía conlleva tiempo, voluntad y una alta cuota de paciencia. Por ciertos que es más fácil dejar que otros decidan por nosotros y de eso se aprovechan muchos.
No debemos olvidar, puestos en perspectiva histórica, que como sociedad vivimos un golpe en el cual resultaron muertos, desaparecidos o torturados una enorme cantidad de gente que estaba participando, construyendo y aportando. Incluso durante mucho tiempo la defensa por la inocencia de alguna victima de la represión era “no estaba metidos en nada”. Toda una generación de dirigentes, motivadores y animadores sociales se perdió y ahora los echamos de menos.
Cuando nos visita la desgracia, la muerte o el dolor no solo miremos a lo alto; debemos ser capaces de mirarnos todos nosotros y asumir nuestra cuota de responsabilidad. El Intendente, Gobernador, Alcalde u otras autoridades tienen su cuota de responsabilidad pero también nosotros tenemos nuestra cuota. Como dicen los profetas en el Antiguo Testamento la llaga no solo está en la cabeza sino que llega hasta la planta del pie. Todos, cada uno de nosotros debemos vivir responsablemente asumiendo las consecuencias de nuestros actos como sujetos y personas interlocutores del Dios de la Vida que demandará. Cuando el mal triunfa es porque los buenos no hacen nada. Pecado no es solo hacer el mal sino también dejar de hacer el bien. La desidia, la apatía, la ignorancia y la omisión son tan condenables como la maldad.
Dos situaciones acaecidas en los últimos tiempos me llevan a reflexionar e invitarlos en este periplo que pueda resultar útil para nuestro crecimiento personal y colectivo.
Luego de los pavorosos acontecimientos en la Discoteque Cromagnon en Buenos Aires, Argentina, se levantaron voces horrorizadas condenando las muertes y buscando responsables entre los músicos, el dueño del local y las autoridades políticas.
Algo similar ocurrió con la cantidad muertos y heridos a raíz de las reparaciones en la Alameda. Incluso algunos medios de “comunicación” (mas adelante en otra columna definiremos lo que esto debería significar) llevaban la macabra cuenta día a día.
Considero que en ambas situaciones la mirada se orientó en una sola dirección y esta es buscar responsables solo mas allá de las propias personas involucradas como victimas. Este es un ejercicio bastante común y cotidiano en todos nosotros. Es cierto que autoridades, dirigentes, convocantes, organizadores, dueños de locales, choferes de microbuses, policías y demases tiene distintos grados de responsabilidad en los hechos por cual deben por cierto asumir y responder. Pero ¿Solo ellos son los responsables? Esto significa que ¿las victimas, sus familiares y toda la comunidad circundante no tienen o no tenemos ni un solo pequeñísimo grado de participación o responsabilidad en las tragedias acaecidas?
Tan populista como solo mirar y acusar a los demás, y mientras más arriba y visibles se encuentren para lanzar dardos es el facilismo de achacar todo a la voluntad de Dios. Creemos (creo) en el Dios de la vida plena y abundante, el Dios que no nos quita lo que mas queremos haciéndonos sufrir sino en el Dios que nos acompaña y consuela en el valle de sombra y de muerte pero esto nos significa que El no nos puso allí. En cada accidente como también en otras circunstancias de nuestras vidas siempre existen decisiones que las personas tomamos. Conciente o inconcientemente actuamos, optamos y decidimos cursos de acción. La pregunta de fondo que quiero plantearnos es por nuestro propio grado de responsabilidad en cada circunstancias en que estamos envueltos. ¿Somos concientes de lo que significa vivir la vida de manera que tengamos que responder al autor y dador de ella?
En el último tiempo he estado leyendo una serie de artículos que hablan sobre la participación y el protagonismo. Se ha elaborado una escala que mide y grafica la situación que va desde la manipulación absoluta en la parte baja al protagonismo real en lo más alto. Esta escala pasa por la manipulación, la decoración y el simbolismo a la participación genuina. De tal manera aparecen conceptos y valores como la autoconducción, autocuidado y empoderamiento. En el fondo hacer realidad la formación de ciudadanía.
Considero que este el punto central de esta cuestión; el ejercicio responsable y conciente de nuestra ciudadanía. En términos de lenguaje cristiano estaríamos hablando de nuestra mayordomía. El enorme desafío de pasar de objetos a transformarnos en sujetos. En la Salvación somos objetos del amor de Dios pero El nos invita, convoca a aceptarle, seguirle y servirle y ese es un enorme ejercicio de voluntad. Esto tiene que ver con asumir las consecuencias de nuestros actos. Dios quiere que nos salvemos y envía a Jesús para lograrlo pero eso en ningún momento implica que nuestra voluntad está ausente de este proceso. Los evangelistas, pastores y maestros tiene su cuota de responsabilidad en el anuncio de la Salvación, incluso el Espíritu Santo el gran ayudador de los creyentes requiere de espacios y oportunidades a partir de la disposición y decisión de todos y cada uno de nosotros.
Por lo tanto no basta con rasgar vestiduras ante las autoridades demandando cabezas que cortar. Es cierto que hay ordenanzas, reglas y leyes que muchas veces no son respetadas pero también existe una especie de desidia, un dejar hacer; un cómplice silencio o un irresponsable actuar.
Ser ciudadano no significa solo trabajar, pernoctar o comprar en determinado espacio geográfico que llamamos ciudad sino ser parte de la vida de ella. Aunque cuando empezamos a vivir grupalmente o hacinados vamos perdiendo espacios para ejercer nuestra decisiones. Mas allá de emitir un voto cada cierto tiempo (los que votan) o elegir a otros para que nos representen, nos cuiden o fiscalicen. El ejercicio de ciudadanía conlleva tiempo, voluntad y una alta cuota de paciencia. Por ciertos que es más fácil dejar que otros decidan por nosotros y de eso se aprovechan muchos.
No debemos olvidar, puestos en perspectiva histórica, que como sociedad vivimos un golpe en el cual resultaron muertos, desaparecidos o torturados una enorme cantidad de gente que estaba participando, construyendo y aportando. Incluso durante mucho tiempo la defensa por la inocencia de alguna victima de la represión era “no estaba metidos en nada”. Toda una generación de dirigentes, motivadores y animadores sociales se perdió y ahora los echamos de menos.
Cuando nos visita la desgracia, la muerte o el dolor no solo miremos a lo alto; debemos ser capaces de mirarnos todos nosotros y asumir nuestra cuota de responsabilidad. El Intendente, Gobernador, Alcalde u otras autoridades tienen su cuota de responsabilidad pero también nosotros tenemos nuestra cuota. Como dicen los profetas en el Antiguo Testamento la llaga no solo está en la cabeza sino que llega hasta la planta del pie. Todos, cada uno de nosotros debemos vivir responsablemente asumiendo las consecuencias de nuestros actos como sujetos y personas interlocutores del Dios de la Vida que demandará. Cuando el mal triunfa es porque los buenos no hacen nada. Pecado no es solo hacer el mal sino también dejar de hacer el bien. La desidia, la apatía, la ignorancia y la omisión son tan condenables como la maldad.
viernes, 17 de noviembre de 2006
A proposito de.....
Corrupción en Chile: el origen del que nadie habla
Patricia Verdugo
Hubo un tiempo, en Chile, en que estuvimos a tiempo. Suena a redundancia, pero así fue. Ocurrió a partir del 11 de marzo de 1990, después que el general Pinochet se desprendió de la banda presidencial en solemne ceremonia y –de manos del presidente del nuevo Senado- se la ciñó el ciudadano Patricio Aylwin.
¿Qué tiene que ver eso con el escándalo de corrupción de Chiledeportes o con las facturas falsas en la rendición de cuentas electorales del senador Girardi? Han pasado casi diecisiete años y cualquiera puede responder "nada que ver".
Yo quiero demostrarle que sí tiene que ver, que están estrechamente relacionados ambos escándalos. ¿Qué estoy calificando de "escándalo" ese primer cambio de mando de la transición? Sí, lo estoy haciendo.
Me explico. De todo hay en la viña del Señor y tuvimos antes prueba de ello. Durante la lucha contra la dictadura, muy de vez en cuando sabíamos de algún dirigente sindical que –de modo preciso- fue "asaltado" tras recibir dinero de la solidaridad internacional. Eso ocurría en una plaza de Estocolmo o en una esquina de Santiago de Chile. O sabíamos de algún encargado internacional de partido que salía por el mundo pasando el platillo para un determinado proyecto y, de regreso, entregaba una parte y se guardaba el resto para sus "gastos" personales. Ni siquiera podíamos escribir sobre estos temas –autocensura total- porque armar un escándalo era "entregarle balas al enemigo". Y el enemigo era fiero, practicaba el degüello de disidentes hasta en 1985 y la desaparición de prisioneros hasta en 1987.
Por entonces ocurrió. Me refiero al origen. Comenzó la negociación entre los representantes de la disidencia y los de la dictadura. Como avales: el Vaticano y la Casa Blanca. Había que impedir que Chile se transformara en una segunda Nicaragua, con guerrilleros del FPMR tomándose el palacio presidencial. Se unieron los partidos –dejándose al margen al PC, padre de los guerrilleros- y llegamos finalmente, dos plebiscitos y elección mediante, a la inolvidable escena del 11 de marzo de 1990.
La clave estuvo en el segundo plebiscito, a mediados de 1989. Casi nadie lo recuerda. Nos convocaron para modificar la espuria Constitución del ’80. Las modificaciones habían sido pactadas entre la Concertación y la derecha pinochetista. Y se pactó que el general Pinochet continuaría al mando del Ejército por ocho años y que no fiscalizaríamos ninguno de sus actos administrativos. Es decir, aceptamos que el criminal y corrupto dictador siguiera a cargo de los arsenales de guerra, así como dimos la bendición a todo lo obrado durante su dictadura.
Ese fue el origen. En las bóvedas de CORFO (Corporacion del fomento), se guardaron decenas de miles de documentos que comprobaban cómo la derecha pinochetista había saqueado las empresas del Estado al momento de privatizarlas, amén de muchos ilícitos durante su militar administración. Yo misma vi, sólo por dar un ejemplo, una mesa de directorio cubierta por papeles –de casi medio metro de espesor- que probaban la corrupción en Televisión Nacional. Y así suma y sigue.
Sobre nada de eso podía escribirse. Autocensura total. Podíamos poner en riesgo la frágil y renaciente democracia. Y cuando fue inevitable el escándalo sobre los "pinocheques", donde el ex dictador tenía estampada su firma en los cheques a favor de su hijo por casi tres millones de dólares, el presidente Frei intervino y dio "razones de Estado" par retirar la querella.
Cuando la Concertación aceptó la impunidad de Pinochet, respecto de las violaciones de derechos humanos y su corrupción administrativa, así como la de su familia, abrimos la puerta para que cualquiera se sintiera con derecho a meter las manos en la caja estatal. Cuando se aceptó compartir salones y cócteles con los nuevos ricos de la dictadura, posando todos juntos para las páginas de "vida social", se abrió la puerta hacia el infierno.
Como canta el tango Cambalache, ya dio lo mismo ser asesino que ladrón. Si tenías poder para asegurarte la impunidad, adelante…
¿Tenemos posibilidades de construir un país ético y estético a la vez? Sí, tenemos. Para eso hemos recibido clave ayuda internacional, porque si de nosotros dependiera "no se movería una hoja". Primero tuvimos la ayuda de España para arrestar en Londres al ex dictador, aguando la fiesta de Pinochet como flamante senador vitalicio. Eso fue en 1998. Luego tuvimos la ayuda del Senado de Estados Unidos, con la completa investigación sobre las cuentas secretas de Pinochet. Eso fue en 2004. Y ahora recibimos el auxilio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordándonos que el decreto de auto-amnistía debe ser anulado o derogado.
¿Qué tiene que hacer la alianza gobernante? Dar luz verde para que los tribunales condenen a Pinochet de una vez por todas. Por sus crímenes de lesa humanidad y por el saqueo de la caja estatal. No irá a la cárcel –la ley protege su ancianidad- pero se hará lo que es debido. Eso para empezar a hablar. Y luego seguimos con la Modernización del Estado y con las reformas al interior de los partidos para que no sean copados por "picantes" –como calificó un dirigente político- que sólo buscan lucimiento y coimas. Suma y sigue…
Patricia Verdugo
Hubo un tiempo, en Chile, en que estuvimos a tiempo. Suena a redundancia, pero así fue. Ocurrió a partir del 11 de marzo de 1990, después que el general Pinochet se desprendió de la banda presidencial en solemne ceremonia y –de manos del presidente del nuevo Senado- se la ciñó el ciudadano Patricio Aylwin.
¿Qué tiene que ver eso con el escándalo de corrupción de Chiledeportes o con las facturas falsas en la rendición de cuentas electorales del senador Girardi? Han pasado casi diecisiete años y cualquiera puede responder "nada que ver".
Yo quiero demostrarle que sí tiene que ver, que están estrechamente relacionados ambos escándalos. ¿Qué estoy calificando de "escándalo" ese primer cambio de mando de la transición? Sí, lo estoy haciendo.
Me explico. De todo hay en la viña del Señor y tuvimos antes prueba de ello. Durante la lucha contra la dictadura, muy de vez en cuando sabíamos de algún dirigente sindical que –de modo preciso- fue "asaltado" tras recibir dinero de la solidaridad internacional. Eso ocurría en una plaza de Estocolmo o en una esquina de Santiago de Chile. O sabíamos de algún encargado internacional de partido que salía por el mundo pasando el platillo para un determinado proyecto y, de regreso, entregaba una parte y se guardaba el resto para sus "gastos" personales. Ni siquiera podíamos escribir sobre estos temas –autocensura total- porque armar un escándalo era "entregarle balas al enemigo". Y el enemigo era fiero, practicaba el degüello de disidentes hasta en 1985 y la desaparición de prisioneros hasta en 1987.
Por entonces ocurrió. Me refiero al origen. Comenzó la negociación entre los representantes de la disidencia y los de la dictadura. Como avales: el Vaticano y la Casa Blanca. Había que impedir que Chile se transformara en una segunda Nicaragua, con guerrilleros del FPMR tomándose el palacio presidencial. Se unieron los partidos –dejándose al margen al PC, padre de los guerrilleros- y llegamos finalmente, dos plebiscitos y elección mediante, a la inolvidable escena del 11 de marzo de 1990.
La clave estuvo en el segundo plebiscito, a mediados de 1989. Casi nadie lo recuerda. Nos convocaron para modificar la espuria Constitución del ’80. Las modificaciones habían sido pactadas entre la Concertación y la derecha pinochetista. Y se pactó que el general Pinochet continuaría al mando del Ejército por ocho años y que no fiscalizaríamos ninguno de sus actos administrativos. Es decir, aceptamos que el criminal y corrupto dictador siguiera a cargo de los arsenales de guerra, así como dimos la bendición a todo lo obrado durante su dictadura.
Ese fue el origen. En las bóvedas de CORFO (Corporacion del fomento), se guardaron decenas de miles de documentos que comprobaban cómo la derecha pinochetista había saqueado las empresas del Estado al momento de privatizarlas, amén de muchos ilícitos durante su militar administración. Yo misma vi, sólo por dar un ejemplo, una mesa de directorio cubierta por papeles –de casi medio metro de espesor- que probaban la corrupción en Televisión Nacional. Y así suma y sigue.
Sobre nada de eso podía escribirse. Autocensura total. Podíamos poner en riesgo la frágil y renaciente democracia. Y cuando fue inevitable el escándalo sobre los "pinocheques", donde el ex dictador tenía estampada su firma en los cheques a favor de su hijo por casi tres millones de dólares, el presidente Frei intervino y dio "razones de Estado" par retirar la querella.
Cuando la Concertación aceptó la impunidad de Pinochet, respecto de las violaciones de derechos humanos y su corrupción administrativa, así como la de su familia, abrimos la puerta para que cualquiera se sintiera con derecho a meter las manos en la caja estatal. Cuando se aceptó compartir salones y cócteles con los nuevos ricos de la dictadura, posando todos juntos para las páginas de "vida social", se abrió la puerta hacia el infierno.
Como canta el tango Cambalache, ya dio lo mismo ser asesino que ladrón. Si tenías poder para asegurarte la impunidad, adelante…
¿Tenemos posibilidades de construir un país ético y estético a la vez? Sí, tenemos. Para eso hemos recibido clave ayuda internacional, porque si de nosotros dependiera "no se movería una hoja". Primero tuvimos la ayuda de España para arrestar en Londres al ex dictador, aguando la fiesta de Pinochet como flamante senador vitalicio. Eso fue en 1998. Luego tuvimos la ayuda del Senado de Estados Unidos, con la completa investigación sobre las cuentas secretas de Pinochet. Eso fue en 2004. Y ahora recibimos el auxilio de la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordándonos que el decreto de auto-amnistía debe ser anulado o derogado.
¿Qué tiene que hacer la alianza gobernante? Dar luz verde para que los tribunales condenen a Pinochet de una vez por todas. Por sus crímenes de lesa humanidad y por el saqueo de la caja estatal. No irá a la cárcel –la ley protege su ancianidad- pero se hará lo que es debido. Eso para empezar a hablar. Y luego seguimos con la Modernización del Estado y con las reformas al interior de los partidos para que no sean copados por "picantes" –como calificó un dirigente político- que sólo buscan lucimiento y coimas. Suma y sigue…
jueves, 16 de noviembre de 2006
Hola a Tod@s
Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para que sirve la utopía?
PARA ESO SIRVE: PARA CAMINAR.
(Eduardo Galeano)
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para que sirve la utopía?
PARA ESO SIRVE: PARA CAMINAR.
(Eduardo Galeano)
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